En al menos dos sectores del departamento la situación es insostenible. Por Néstor Bethencourt

Colapso cloacal en Guaymallén
La crisis sanitaria que atraviesa el departamento de Guaymallén, Mendoza, refleja un preocupante cuadro de desidia institucional y encubrimiento.
Desde hace al menos tres años, los vecinos de la calle 2 de Mayo y Severo del Castillo, en Los Corralitos, han denunciado el desborde de líquidos cloacales en acequias de riego y patios de viviendas.
Sin embargo, las autoridades han optado por la indiferencia, mientras la situación se agrava cada día.
Un desastre ambiental sin control
Según relatan los vecinos, los desechos cloacales brotan de manera constante, afectando la calidad de vida de toda la comunidad.
En los días de lluvia, el problema se torna aún más crítico, generando verdaderos ríos de aguas servidas que ponen en riesgo la salud de los habitantes.
Para empeorar la situación, cuando los vecinos acudieron a la delegación municipal de Corralitos, pero la respuesta fue una muestra de absoluta negligencia: les dijeron que a ellos no les corresponde. Es una barbaridad. Nadie se ha presentado ante este desastre”, aseguró.el problema no les correspondía.
Los niños que viven en las casas más cercanas al foco del problema ya han manifestado problemas de salud, producto de la exposición prolongada a estos contaminantes.
Los intentos de reparación han sido ineficaces y parciales. Se han realizado obras, pero no solo no resolvieron la crisis, sino que la agravaron.
Vecinos sostienen que durante la gestión del exintendente Marcelino Iglesias, en conjunto con el municipio de Godoy Cruz, han realizado trabajos que empeoraron el colapso cloacal.
Años después, los efectos de esas malas decisiones estarián a la vista.
El silencio cómplice de la Municipalidad y AYSAM
Los vecinos han recurrido reiteradamente a la Municipalidad de Guaymallén y a AYSAM (Aguas y Saneamiento Mendoza), pero la respuesta ha sido casi nula.
Cuando lograron que personal municipal se acercara a la zona, apenas inspeccionaron superficialmente la situación y se retiraron sin ofrecer soluciones concretas.
“Vienen, miran, rompen la calle, pero todo sigue igual o peor”, sostiene un vecino afectado. Los desechos siguen fluyendo, y los días de calor hacen que el hedor sea insoportable.
Para empeorar la situación, cuando los vecinos acudieron a la delegación municipal de Corralitos, la respuesta fue una muestra de absoluta negligencia: les dijeron que el problema no les correspondía.
Mientras tanto, desde la política solo se ha expresado el concejal José Pozzoli, quien en sesión del HCD de la semana pasada solicitó se arbitren los medios necesarios para dar solución a esta problemática.
Un problema estructural sin soluciones reales
El problema no es solo el colapso inmediato de las cloacas, sino el estado de la infraestructura. Según trascendidos de fuentes confiables, las tuberías de la zona estarían envejecidas y desplazadas, lo que impide que cualquier intervención menor tenga efectos duraderos.
“Escuchamos que van a traer maquinaria de afuera para destapar los ductos, pero estos caños ya no resisten más”, dice otro denunciante.
Sin una inversión seria en la renovación del sistema, cada reparación es un parche temporario en el colapso cloacal.
Mientras tanto, a un kilómetro de esta catástrofe sanitaria se encuentra la Escuela Primaria Abraham Lemos. Todos los días, decenas de niños deben atravesar zonas contaminadas por aguas servidas, exponiéndose a enfermedades.
La comunidad educativa ha manifestado su preocupación, pero tampoco ha recibido respuestas de las autoridades.
La política del encubrimiento y la falta de respuestas
El modus operandi de las autoridades parece ser el mismo de siempre: ignorar las denuncias y esperar que el problema se diluya en el tiempo.
Mientras tanto, la población de Guaymallén sufre las consecuencias de una gestión que prioriza el maquillaje urbano antes que la solución de problemas críticos. AYSAM, el gran responsable no actúa a la altura de las graves circunstancias.
Las pruebas son irrefutables: actas labradas, fotografías del desastre y testimonios de vecinos desesperados. Sin embargo, el encubrimiento ya está en marcha, con funcionarios que intentan minimizar la situación y desviar la atención.
En este marco, se suma una grave denuncia: el inspector de ambiente que descubrió el volcado de aguas servidas en un canal por parte de un camión del gobierno de Mendoza está siendo severamente perseguido. Fuentes cercanas indican que, tras la publicación del escándalo en Ecos Mendocinos, este inspector teme por su puesto de trabajo, simplemente por haber cumplido con su deber.
¿Hasta cuándo la impunidad?
La crisis cloacal en Guaymallén es un reflejo de la impunidad con la que operan ciertos sectores del gobierno. Las consecuencias sanitarias y ambientales de esta situación son gravísimas, pero las autoridades responsables siguen sin actuar.
Los vecinos no se rinden y continúan visibilizando el problema en redes sociales y medios locales. El pueblo mendocino tiene derecho a respuestas y a soluciones reales, no a promesas vacías y reparaciones superficiales.
Mientras el sistema cloacal siga colapsando, la corrupción y la negligencia seguirán contaminando, no solo las acequias, sino también la política mendocina.
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