Dos situaciones distintas. Guaymallén, tierra sin GPS ni vergüenza. Las movilidades municipales se usan como si fueran autos particulares: sin control, sin horarios y sin pudor. El destrato a un vecino empresario. Por Néstor Bethencourt

Camionetas sin control y licencias con extorsión
Un viejo problema que volvió peor
Hace un tiempo, desde Ecos Mendocinos denunciamos el uso abusivo de las movilidades municipales en Guaymallén.
Hubo promesas de cambio, movimientos simbólicos y un par de retoques administrativos. Pero como es costumbre en esta gestión, todo volvió a su peor versión, y ahora con más impunidad que nunca.
Hoy, esos vehículos públicos —pagados con los impuestos de los vecinos— funcionan como autos de uso personal, trasladando funcionarios, empleados, familiares y amigotes como si fueran Ubers gratuitos. La diferencia es que vos pagás el combustible, el mantenimiento y los viáticos.
Los reyes del abuso: funcionarios y ñoquis en caravana
El abuso sistemático incluye desde jerárquicos hasta empleados de menor rango que se hacen llevar por choferes municipales sin importar día, hora o motivo. En especial, sobresalen los nombres de funcionarios de la Dirección de Control de Gestión, bajo el mando del incombustible Pablo Raddi, quienes utilizan estos recursos en beneficio propio o de sus aliadas políticas.
Entre las más mencionadas por los empleados está Mónica Martínez, quien, según múltiples fuentes internas, no cumple horarios ni jornadas completas, pero no duda en utilizar las movilidades como si fueran parte de su patrimonio. También se nombra a Lorena Cañete, otra beneficiaria habitual del sistema de transporte VIP financiado por todos.
Camionetas fantasmas: sin ploteo, sin GPS, sin control
Muchos vehículos oficiales circulan sin identificación, ya que se les retiraron los ploteos “para actualizarlos a la gestión Calvente”. La actualización nunca llegó, pero el anonimato sí.
A eso se suma otro problema grave: la falta de control satelital. Varias de estas movilidades no tienen GPS habilitado, lo que abre la puerta a todo tipo de desvíos, viajes fantasmas y favores privados.
La rosca interna del Parque Automotor
Aunque el área se llama “Subdirección de Parque Automotor” y tiene como cabeza visible a Miguel Artuso, el verdadero poder está en manos de Mauricio Cappa, jefe operativo del sector desde hace años.
Es allí donde se cocina la manipulación de presupuestos, traslados selectivos y el esquema de reparaciones infladas.
Un viejo conocido del área, Alberto Yerden, sigue teniendo un lugar de privilegio junto a Artuso, a pesar de haber sido señalado en múltiples informes por facturar repuestos a nombre de su propia esposa.
¿Sanciones? Ninguna. Apenas se tomó una prolongada licencia, que —esperamos— no haya sido costeada por el erario municipal como si fueran vacaciones pagas.
El caso de las licencias de conducir
La desidia no termina en los traslados. También alcanza la atención al vecino.
Un reconocido empresario local acudió a renovar su licencia de conducir a fines de abril. El trámite, que debería haber tomado días, le llevó más de dos meses.
Al principio le dijeron que tenía problemas de visión. Luego que debía pasar por psicólogos. Cuando el empresario presentó certificados de oftalmólogo y psicólogo habilitados, el psicólogo de apellido Sarabia junto al Jefe de Licencias de Conducir, desestimaron todo: “Eso no sirve para nada”.
El empresario, ya harto, se dirigió a la sede comunal y logró hablar con un funcionario jerárquico, que con una simple llamada destrabó el trámite de inmediato.
¿Qué pasa entonces con el vecino común? ¿Aquel que no tiene contactos, dinero o tiempo para enfrentar un sistema burocrático que parece diseñado para el “aporte por izquierda”?
¿Es este el estándar habitual? ¿El abuso de poder como norma?
La situación revela no solo desorganización, sino una cultura institucional basada en la impunidad. Las decisiones las toma un pequeño grupo, el mencionado Sarabia entre ellos, muchas veces vinculado al ex director Jorge “Nene” Carrizo, cuya influencia aún se percibe tras bambalinas.
Descontrol, privilegios y complicidades
Guaymallén vive hoy un escenario de completo descontrol en la gestión de recursos públicos. Las movilidades funcionan sin GPS, sin identificación y sin criterios claros de uso. Se pagan viáticos, reparaciones y combustible sin fiscalización real, mientras algunos funcionarios viven como si el municipio fuera su empresa privada.
¿Dónde está el intendente Marcos Calvente? ¿Aplaudiendo en eventos partidarios mientras su estructura se pudre por dentro?
Este no es un problema de movilidad. Es un problema de moral pública, de transparencia ausente, de abuso constante.
Y, por supuesto, de impunidad asegurada.
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Hay que hablar de la cantidad de gente que fue al club Argentino por un Control de salud que NO hicieron , gente con niños que fue, por qué promocionaron un servicio que los dejo PLANTADOS. Es un municipio donde los funcionarios solo miran su bolsillo, ningún funcionario de la gestión sirve al pueblo. SOY VECINA Y VI GENTE HACIENDO COLA PARA LA ATENCION DE UN MEDICO, y el municipio NO APARECIO. QUE TRISTE