Nochebuena en Ecos Mendocinos: un año difícil, los afectos primero

Gracias por estar

Mesa de Nochebuena sencilla con libreta y lapicera, mensaje institucional de Ecos Mendocinos
Mesa de Nochebuena sencilla con libreta y lapicera, mensaje institucional de Ecos Mendocinos

No voy a endulzarte la oreja.
Este año fue bravo. Bravo en serio.
De esos que te dejan la garganta apretada, el mate lavado, y el cerebro repitiendo la misma pregunta: “¿vale la pena?”

Hacer un diario local “a pulmón” a veces se parece a empujar un colectivo con la puerta trabada. Lo movés un metro, te aplaudís solo, y al minuto aparece otro problema: el servidor, la plata, los tiempos, la mala leche ajena, las operaciones, el “te van a llamar”, el “no publiques eso”, el “no te conviene”, el “nadie te lee”, el “¿para qué te metés?”… y aun así, se publica.

Porque esto no es solo escribir.
Es insistir.
Es mirar donde muchos miran para otro lado.
Es hacer preguntas cuando te contestan con silencio, con ventanilla, con “mandá un mail”, con “no corresponde”, con “está en trámite” y con esa palabra que se puso de moda: paralizado.

Y sí: a veces duele.
Duele ser “el malo” para el que está cómodo.
Duele que te tilden de exagerado cuando mostrás papeles.
Duele que algunos te quieran convertir en caricatura: “este vive de criticar”.
Como si la crítica fuese un hobby… y no una consecuencia.

Un año bravo, sin maquillaje

Este año me enseñó algo que no está en ningún manual. La verdad no siempre trae aplausos.
A veces trae costo. A veces trae desgaste. A veces trae soledad. Y a veces trae esa mezcla rara de risa y bronca cuando ves cómo funciona (o cómo no funciona) lo que debería funcionar.

Pero también hubo otra cosa.
Algo que, incluso en los días más pesados, no se rompió.

Los afectos.

Los que te escriben “gracias” sin conocerte.
Los que pasan un dato con miedo, pero lo pasan.
Los que leen en silencio y sostienen con un compartir.
Los que te cruzan y te dicen “seguí”, como quien empuja un poquito el colectivo.
Los que discuten con vos, sí, pero porque todavía creen que discutir sirve.
Y los de casa, que no necesitan entender cada expediente para entender el cansancio.

Este año me recordó que podés perder tiempo, plata y paciencia… pero si perdés a tu gente, perdiste todo.

Lo que no se rompe: los afectos

Mañana es Nochebuena. Y no hace falta caretear.
Hay familias rotas. Hay sillas vacías. Hay laburos que no alcanzan. Hay angustias que no entran en una historia de Instagram. Hay gente que sonríe para que no se note. Y hay gente que está sola en serio.

También hay algo que no se compra: la posibilidad de estar cerca.
Aunque sea con un mensaje.
Aunque sea con un abrazo corto, pero honesto.
Aunque sea con un “che, ¿estás bien?” que llegue a tiempo.

Por eso, desde este rincón que es Ecos Mendocinos, no quiero decirte “felices fiestas” como si el año hubiera sido un paseo. No lo fue. Pero tampoco quiero regalarte un discurso tibio, de esos que no dejan nada.

Quiero proponerte algo directo, de vecino a vecino:

Mandá ese mensaje que venís pateando.
Pedí perdón si te sale. Aceptá disculpas si podés.
Y si no hay abrazo posible, al menos dejá una puerta entornada. Porque la vida es dura… y encima más dura cuando la atravesás solo.

Un brindis por lo que viene

Ecos Mendocinos es chico. Es imperfecto. A veces se cae. A veces se sostiene con alambre. A veces da bronca. Y muchas veces cuesta más de lo que parece.

Pero no es tibio.
No es obediente.
No está hecho para caer simpático.

Está hecho para incomodar cuando corresponde, y para acompañar cuando hace falta. Está hecho para contar lo que pasa en el barrio, en la calle, en la municipalidad, en los pasillos donde la gente común nunca entra… y para que esa gente común no se sienta sola mirando todo desde afuera.

Y si este año fue una prueba de resistencia, también fue una prueba de humanidad.

Así que hoy, en esta Nochebuena, brindo por los afectos.
Por los que están.
Por los que se fueron pero se quedaron adentro.
Por los que sostienen sin figurar.
Y por los que están empezando de nuevo, aunque les tiemblen las piernas.

Que el 2026 no nos encuentre perfectos.
Que nos encuentre vivos.
Que nos encuentre juntos.
Y que nos encuentre un poco más humanos.

Feliz Nochebuena.
Ecos Mendocinos.

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