Mientras Guaymallén dilapida millones en contrataciones dudosas, otros municipios ya usan inteligencia artificial para controlar licitaciones y frenar la corrupción. Por Redacción

En los últimos años, la Municipalidad de Guaymallén se ha convertido en un verdadero laboratorio de gastos difíciles de explicar. Contratos millonarios en sistemas, servicios de baja efectividad y licitaciones infladas conforman una trama que genera desconfianza en los vecinos. El problema no es solo el monto de dinero involucrado, sino la falta de controles claros, públicos y verificables.
En un contexto donde la palabra corrupción aparece con frecuencia, surge una pregunta central: ¿por qué la gestión municipal se resiste a usar tecnologías que podrían garantizar transparencia?
Herramientas inteligentes para analizar compras públicas
Existen plataformas digitales con inteligencia artificial diseñadas para auditar, en tiempo real, las compras y contrataciones del Estado. Estos servicios permiten detectar sobreprecios, patrones de favoritismo y gastos duplicados en expedientes municipales.
La utilidad es doble: por un lado, mejora la eficiencia administrativa; por el otro, ofrece a los ciudadanos acceso a datos confiables. Con un tablero digital, cualquier vecino podría revisar qué compra el municipio, a quién, cuánto paga y si el precio es justo.
Lejos de ser ciencia ficción, esto ya se utiliza en diferentes distritos. Un ejemplo es el municipio de Escobar, en la provincia de Buenos Aires, que incorporó estas herramientas para monitorear sus contrataciones.
La diferencia entre gastar millones y administrar con control
En Guaymallén, las cifras asignadas a sistemas de gestión y modernización son escalofriantes. Millones de pesos se destinan a software que, paradójicamente, no resuelve lo básico: las boletas municipales siguen repartiéndose a mano.
Un servicio de análisis inteligente mostraría en segundos que estos gastos carecen de lógica. Si el sistema falla en su eficacia mínima, queda en evidencia que la prioridad no es la gestión, sino el negocio.
Además, la IA permite comparar precios con el mercado, evidenciar diferencias sospechosas y cruzar datos de proveedores. La transparencia se vuelve automática, lo que reduciría la discrecionalidad que hoy domina las licitaciones.
El rol del vecino y la política
Para el ciudadano común, estas plataformas serían una revolución. Imaginemos a un contribuyente que, desde su celular, pueda revisar si la empresa que distribuye boletas cobra de más o si un proveedor adjudicado ya fue beneficiado en otra licitación dudosa.
En ese sentido, la tecnología se convierte en un derecho ciudadano. La transparencia ya no depende de comunicados oficiales, sino de datos abiertos y verificables. Lo que nunca sucedió.
Aquí aparece el interrogante político: ¿estaría dispuesto el intendente Marcos Calvente a abrir el juego y aplicar un sistema de control automático? La duda no es menor, porque implicaría limitar espacios donde históricamente florecen los sobreprecios.
Guaymallén y el costo de la opacidad
Hoy, la falta de control en Guaymallén se traduce en múltiples problemas centrales, entre ellos:
- Gastos con sobreprecios que impactan en el presupuesto y, por lo tanto, en los impuestos que pagan los vecinos.
- Bajos resultados en servicios básicos, que nunca se corresponden con los millones invertidos.
- Desconfianza social, que erosiona la credibilidad de la gestión municipal.
La implementación de herramientas de transparencia digital resolvería, al menos, dos de esos problemas de inmediato. La información estaría al alcance de todos y los sobreprecios quedarían expuestos automáticamente.
¿Está Guaymallén preparado para un salto de calidad?
El desafío es político y ético. Plataformas de análisis inteligente de compras existen, son accesibles y ya están operando en municipios argentinos. Lo que falta es voluntad.
Si Guaymallén adoptara un sistema de este tipo, quedaría claro que la prioridad es el vecino y no el negocio de unos pocos. Pero mientras tanto, los números hablan por sí solos: los costos crecen, los servicios fallan y la corrupción sigue en las sombras a full.
La pregunta es inevitable: ¿se animará Calvente a implementar controles digitales que exhiban lo que ocurre en su gestión, o preferirá seguir en la oscuridad de la discrecionalidad?
Conclusión
La inteligencia artificial aplicada al control de licitaciones es mucho más que una herramienta tecnológica: es una garantía de transparencia. Guaymallén podría liderar el cambio y ser ejemplo de control ciudadano.
Sin embargo, los antecedentes muestran lo contrario. La gestión prefiere gastar millones en sistemas opacos antes que abrir la información. El contraste con municipios que ya aplican estas tecnologías deja en evidencia que la corrupción no es un destino inevitable, sino una elección política.
En tiempos donde cada peso cuenta, los vecinos tienen derecho a exigir transparencia real. No un discurso vacío, sino un control digital que muestre, en tiempo real, cómo se usan sus impuestos.
Mientras tanto, Guaymallén sigue atrapado en un círculo de gastos sin control y servicios ineficientes. Y la gran incógnita persiste: ¿será Calvente el intendente que abra la puerta a la transparencia, o quedará marcado por mantener el manto de opacidad?
Mientras Guaymallén dilapida millones en contrataciones dudosas, otros municipios ya usan inteligencia artificial para controlar licitaciones y frenar la corrupción.
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