Por Redacción.
Grave acusación:
Parece que los escándalos no tienen fin en el municipio más poblado de Mendoza. Esta vez, los reflectores apuntan al concejal Exequiel Morales (PRO-LAUM), envuelto en una polémica que deja al descubierto prácticas cuestionables que manchan aún más la ya deteriorada imagen de la política local.
Fotografías comprometen a Exequiel Morales y a la apoderada Verónica Fernández
Una fuente confiable proporcionó imágenes donde se ve al concejal Morales entregando bolsas de mercadería a un puntero político de la zona. La escena, que recuerda a las viejas prácticas clientelistas que los partidos aseguran combatir, ocurrió en junio pasado, apenas unos días antes de las elecciones internas del PRO.
Como si la situación no fuera suficientemente comprometedora, en la acción también estuvo presente Verónica Fernández, actual apoderada del PRO en Mendoza. Fernández no solo ocupa el cargo de apoderada suplente, sino que también funge como segunda titular de la junta electoral del partido. (ver acta al pie de página).
Una dualidad que, cuanto menos, levanta sospechas sobre la imparcialidad y ética dentro del partido. Anteriormente fue asesora del presidente del bloque PRO German Vicchi en la Legislatura.
Un partido que predica, pero no practica
Lo irónico —y preocupante— es que el PRO se ha jactado de condenar estas prácticas públicamente. Pero, a juzgar por los hechos, parece que sus propios integrantes no aplican los principios que dicen defender.
La imagen de Morales y Fernández en plena actividad clientelista contradice de manera flagrante el discurso del partido, dejando en evidencia una hipocresía que los ciudadanos ya no toleran.
El doble discurso no solo erosiona la confianza de los votantes, sino que también confirma que en política, muchas veces, las palabras se las lleva el viento.
Un concejal entre la ética dudosa y la falta de acción
Exequiel Morales ya tiene antecedentes que lo colocan en el ojo de la tormenta. Hace no mucho tiempo, protagonizó una situación igualmente polémica. Según sus propias palabras, un vecino le habría entregado un expediente justo en Guaymallén.
Lo curioso —y sospechoso— es que ese expediente contenía detalles precisos de investigaciones llevadas a cabo por Ecos Mendocinos, (ver nota acá), este medio que sigue atentamente los manejos politicos del departamento.
La explicación de Morales fue, por decirlo suavemente, infantil.
Pretender que un ciudadano le entregara de manera fortuita un informe tan elaborado raya en lo inverosímil.
Y aunque legalmente no se pueda tipificar como una falta, la ética del acto deja mucho que desear.
En ese contexto, apareció Gabriel Pradines, (presidente PRO Mendoza) quien no dudó en actuar con prepotencia hacia este medio mediante mensajes de WhatsApp y llamadas telefónicas.
El intento de intimidación terminó abruptamente cuando quedó claro que las formas y el respeto por la libertad de prensa no está en la agenda de algunos funcionarios.
La política de Guaymallén: más palabras que acciones
El verdadero problema de Morales y su entorno no radica solo en estas acciones cuestionables, sino en su inacción cuando realmente se requiere trabajar por los vecinos.
Durante años, sus intervenciones han brillado por su ausencia, dejando al municipio en una especie de limbo político donde lo urgente siempre queda para después.
Ahora, con las elecciones en el horizonte, intentan corregir su rumbo con gestos que parecen más marketing político que un genuino interés por mejorar las condiciones de los habitantes de Guaymallén.
La denuncia
En medio de este panorama, Morales junto a una edil del PD se presenta como paladin de la transparencia, promoviendo una denuncia cuya persistencia aún está por demostrarse.
Es lamentable que la política siga siendo un escenario de contradicciones, donde quienes deberían dar el ejemplo terminan siendo los principales protagonistas de escándalos.
Conclusión: un cambio necesario y urgente
Guaymallén necesita con urgencia representantes que prioricen las necesidades de sus ciudadanos sobre sus ambiciones personales. Las actitudes de Morales, Fernández y compañía no solo son un retroceso ético, sino también un insulto a la inteligencia de los votantes.
La política sana, ese ideal que parece cada vez más lejano, requiere menos discursos y más acciones reales. Si los dirigentes locales no entienden esto pronto, seguirán cosechando el rechazo de una ciudadanía cansada de promesas vacías.
El futuro de Guaymallén no puede depender de personajes que, como Morales, confunden política con marketing y ética con conveniencia.
Es hora de un cambio, uno que se base en el trabajo honesto y el verdadero compromiso con el bienestar colectivo. Mientras eso no ocurra, la política seguirá siendo, para muchos, un escenario de vergüenza en lugar de orgullo.
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