Siempre la culpa será del mensajero. ¿De que temer si tuvieran todo en regla? Por Néstor Bethencourt.
La culpa, cuando se habla de Guaymallén, el término “transparencia” es un chiste que nadie se atreve a contar en voz alta. Y si alguién señala el caos reinante, la respuesta oficial siempre es la misma: la culpa es de Ecos Mendocinos. Aquí, desmenuzamos las maniobras, los escándalos y los misterios de una gestión que parece más interesada en jugar al “sálvese quien pueda”… pero con el dinero de todos.
Millones en licitaciones, migajas en control
En los próximos días, el municipio de Guaymallén se apresta a realizar licitaciones millonarias en dólares. ¿El destino de estas sumas? Sistemas y vehículos nuevos, mientras una buena parte se destina a reparar unidades que, increíblemente, algunas deberían estar en perfecto estado y otras están casi en desguace. Todo vale.
Por ejemplo, se reporta que camiones con menos de un año de antigüedad y poco kilometraje ya requieren reparaciones costosas. Esto, claro, tiene una explicación que no aparece en los informes oficiales: las empresas responsables de derivar los vehículos a talleres mecánicos parecen actuar con total complacencia del municipio.
Este esquema no solo genera gastos innecesarios, sino que también deja al descubierto un manejo negligente —o intencionalmente corrupto— de los recursos.
La danza de millones: un sistema insostenible
El problema no es únicamente la compra de vehículos o la reparación de los existentes. El sistema detrás de estas decisiones es tan opaco como predecible:
- Compras infladas: Se gastan fortunas en bienes que, en muchos casos, no son prioritarios.
- Reparaciones cuestionables: Vehículos nuevos que misteriosamente terminan en talleres, con facturas exorbitantes.
- Complicidad institucional: Los vivos de siempre, con acceso directo a los funcionarios responsables, hacen y deshacen a su antojo.
Mientras tanto, en el resto de las áreas municipales, las soluciones son parche tras parche. Pero, claro, el relato oficial es que “todo marcha bien”.
El abandono de lo viejo y la fiesta de lo nuevo
Mientras los millonarios contratos para nuevas adquisiciones son un hecho, los vehículos más antiguos y vetustos siguen acumulando problemas. Camiones de recolección y máquinas viales apenas se mantienen operativos con repuestos que parecen durar menos que promesa electoral.
Lo irónico es que los ciudadanos pagan tanto por las compras como por las reparaciones. El dinero fluye sin control, y nadie rinde cuentas.
¿Y la dirección de asuntos jurídicos? Bien, gracias. Las denuncias sobre irregularidades administrativas y financieras descansan plácidamente en algún cajón, a la espera de un milagro que las haga avanzar.
El “sálvese quien pueda” en su máxima expresión
En este contexto, la frase que domina en los pasillos municipales es clara: sálvese quien pueda. Mientras algunos acomodan sus bolsillos con compras innecesarias y reparaciones dudosas, los ciudadanos enfrentan las consecuencias de un sistema que no funciona.
El colmo es que esta desidia no se limita a un solo sector. Desde la dirección de comercio, con sus políticas absurdas, hasta la asistencia social, manejada como una herramienta de populismo extremo, el municipio parece diseñado para beneficiar a unos pocos en detrimento de muchos.
En el sector de comercio, el director Aaron Pelegrina implementa reglas absurdas, como restringir las salidas al baño. Estas órdenes también son ejecutadas por Noemí Quinteros, una empleada que ascendió súbitamente de categoría y no duda en intimidar a sus compañeros.
Quinteros también utiliza WhatsApp para enviar mensajes intimidantes, que luego elimina. Sin embargo, hay capturas que evidencian estas prácticas, que no son más que un reflejo del desgobierno interno.
Un populismo descontrolado en asistencia social
El área de asistencia social parece funcionar bajo un manual de populismo extremo, donde el reparto discrecional de ayudas es moneda corriente. Sin embargo, estas ayudas no siempre llegan a quienes realmente las necesitan.
Las denuncias de irregularidades dentro de estas área también son ignoradas.
La indiferencia del municipio no es casual: Marcelino Iglesias, exintendente y mentor político de Calvente, sigue siendo una figura influyente en la toma de decisiones, protegiendo a los directores y funcionarios que le responden directamente.
Entre licitaciones y silencio
Guaymallén vive una crisis de credibilidad que no es casual. Las licitaciones millonarias, los gastos desmedidos y la falta de control son la regla, no la excepción.
Mientras tanto, los funcionarios prefieren atacar al mensajero antes que enfrentar sus propias fallas. La culpa es de Ecos Mendocinos sigue siendo el blanco favorito porque se atreve a decir lo que otros callan.
La pregunta es inevitable: ¿quién pondrá un freno a este desmadre? Los ciudadanos tienen la respuesta en sus manos. Exigir transparencia, denunciar irregularidades y participar activamente es la única forma de evitar que este “sálvese quien pueda” siga saliendo de nuestros bolsillos.
Es muy importante para nosotros su colaboración, entrando al siguiente enlace podrá hacer un donativo que nos ayudará a seguir adelante. En: https://cafecito.app/nestorecosmendocinos .
Desde ya, muchas gracias!
Pueden contactarse al WhatsApp: 261 2327760, o al mail: denuncias@ecosmendocinos.com.ar