Un lector picante…
Los favores…
Hola, quizás esta información ya la hayan leído antes. Después de todo, no es nada nuevo. Pero, en tiempos donde el intendente Marcos Calvente está tomando decisiones y parece querer marcar un cambio, vale la pena recordar ciertas historias.
Tal vez, al igual que muchos vecinos, desconozca algunos “detallitos” de lo que pasa —y sigue pasando— en el municipio que lidera.
Incluso Marcelino Iglesias, quien le dejó el sillón, alguna vez soltó una frase que todavía resuena: “Calvente solo está atrás de un escritorio generando plata para financiar obras.” Si eso es cierto, ¿cuánto realmente sabrá de las anécdotas, favores y manejos que ocurren en el mundillo municipal?
La historia de Silvia Donati y su “chofer personal”
A esta altura, no hay vecino que no conozca a Silvia Donati, (NdR: Ella ocupa la dirección de desarrollo social como directora y, en forma transitoria también tiene a cargo la dirección de desarrollo económico). Su fama no se debe a su eficiencia, sino a su habilidad para convertir recursos municipales en algo bastante personal.
Entre los tantos “privilegios” que ha sabido conseguir, destaca uno muy particular: su chofer personal y movilidad oficial, algo casi exclusivo en su dirección de Desarrollo Social.
El famoso Don Cepillo, chofer de profesión según su bono de sueldo, llegó a la planta de la dirección que lidera Donati gracias a un conveniente traslado gestionado durante la época dorada de Marcelino Iglesias.
Lo curioso es que los choferes, por norma, deberían depender del parque automotor. Pero Donati, con una mezcla de contactos, espumantes y carisma, logró que “Cepillo” respondiera solo a ella.
Desde entonces, Donati ha disfrutado de un lujo inusual: un vehículo oficial estacionado en su casa las 24 horas del día, los 365 días del año. ¿La excusa? La tan famosa “guardia de desarrollo social,” lista para atender emergencias nocturnas.
Eso sí, la directora participó en no más de dos eventos en casi nueve años de gestión, parece.
Movilidades y mandados: una rutina de años
Doña Silvia jamás se complicó con el uso de su vehículo personal para cumplir funciones laborales. Para eso tenía a Cepillo, siempre listo para llevarla a donde hiciera falta. Y cuando digo “llevarla a donde hiciera falta,” hablo de todo:
- A la peluquería.
- A la estética.
- A eventos oficiales (o no oficiales, donde Cepi la dejaba discretamente en la vuelta).
- A buscar y llevar a sus nietas.
- A hacer compras, pasar por la ferretería, o cualquier mandado del día.
En resumen, Don Cepillo no es solo chofer; es también cadete personal, recolector ocasional y todo lo que Silvia pueda necesitar.
Favores que vienen de lejos
Esta dinámica no es nueva. Se remonta a la gestión de Luis Lobos, cuando Cepillo ya cuidaba de Silvia como parte de su “protección personal.” En esa época, el chofer usaba el vehículo oficial para sus propias necesidades, desde traslados familiares hasta llevar a su hija al fútbol.
De hecho, este último episodio terminó en una denuncia que nunca prosperó. ¿Por qué? Porque Pablo Raddi, otro conocido por su habilidad para mirar hacia otro lado, frenó todo.
El expediente desapareció y la denuncia quedó en la nada.
No solo eso. Según se comenta, Silvia también ha intervenido para silenciar algunas denuncias de género contra Cepillo. Todo se guarda bajo llave, gracias a la complicidad de jefes de área y, claro, su propio poder de influencia.
Hoy, un poco más discreta (pero no tanto) Con la llegada de Marcos Calvente, Silvia ha reducido apenas un poco sus excesos. Parece que las cosas están más controladas, y ella misma dice que hay que tener más cuidado. Aun así, Cepillo sigue haciendo “favorcitos” diarios.
Y sí, el combustible que consume sigue saliendo del bolsillo de todos nosotros.
La gran pregunta es: ¿por qué sigue ahí? ¿Qué secretos guarda Silvia que ni los funcionarios políticos, ni los técnicos capaces que abundan en el municipio, logran desplazarla?
El costo de la impunidad
Este no es solo un tema de chismes o anécdotas pintorescas. Habla de una cultura de manejo de recursos que afecta directamente a los vecinos.
Cada litro de combustible malgastado, cada movilidad usada para fines personales, es dinero que podría haberse invertido en calles, iluminación o servicios esenciales.
Por eso, mientras el intendente evalúa cambios y promete mayor control, los vecinos esperamos que estas prácticas terminen. Que la transparencia sea más que una palabra bonita en los discursos de fin de año.
Un deseo para el próximo año
Como vecino, mi deseo para el próximo año es simple: que las decisiones municipales realmente representen un cambio. Que no haya más Silvias, ni Cepillos, ni favores personales disfrazados de gestión. Y, sobre todo, que los recursos que pagamos con nuestros impuestos se usen para el bien común.
Feliz Año Nuevo, Guaymallén. Que el 2025 nos traiga no solo obras, sino también justicia y honestidad en cada rincón del municipio.
M.R.
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