La “novela” de Guaymallén. Cuando la IA mete la cola.

Video. La realidad supera la ficción. Humor político. Especial para Ecos Mendocinos por Josefina Valdéz.

Guaymallén, una novela en cuotas. Video al pie de página.

La novela de Guaymallén bien podría comenzar con un “Érase una vez…”, pero aquí las princesas son subdirectoras con Audi, los castillos son oficinas de control descontrolado, y los dragones son funcionarios de apellidos que se repiten más que una novela de dinastías feudales.

Aquí, la oposición juega a las escondidas, la justicia parece haber perdido el GPS, y el ciudadano… bueno, el ciudadano sigue esperando un final que nunca llega.


Capítulo 1: Las promesas de papel y la oposición en pausa

Escena: Concejo Deliberante, 10:00 am. En una esquina, el concejal Pozo habla en voz baja mientras el resto mira por la ventana, más interesados en las nubes que en los problemas.

Pozo: “Creo que deberíamos investigar el asunto de Irrigación y los contratos municipales, al menos, para que parezca que hacemos algo.”

Concejal #1: “¿Investigar? ¿Y con qué cara vamos a salir el año que viene a pedir votos? No es momento de levantar polvo, Pozo.”

Pozo: “Entonces, ¿seguimos ignorando las denuncias?

Concejal #2: “Por supuesto. Las elecciones están a la vuelta de la esquina, ¡que hablen las urnas! Nosotros mientras tanto… calladitos, que estamos más bonitos.”

En el fondo de la sala, un ciudadano escucha la conversación con una mezcla de sorpresa y resignación. En su cabeza, hace cálculos de cuántos meses faltan para que cambien de tema y vuelvan a las promesas de campaña.


Capítulo 2: El Club de amigos del municipio

En la dirección de Control, el sarcasmo es la moneda corriente. Pablito, el flamante director, llega cada mañana a su oficina, rodeado de un grupo de personas de “confianza” que nadie sabe muy bien qué hacen, pero ahí están.

Pablito:Javi, ¿cómo va el control de los vehículos municipales? ¿Todo en orden?

Gonza: “Bueno, en orden, en orden… depende de cómo lo mire uno. Los GPS se desconectan de vez en cuando, pero ¿quién no necesita un rato de privacidad, no?”

(El exsubdirector de Espacios Verdes de Lobos carraspea desde su asiento).

Exsubdirector: “¿Privacidad? Esos GPS están más desconectados que yo de mi exmujer.

Con los antecedentes de Gonza en el caso Lobos, el control es solo una ilusión.”

Mientras tanto, el ciudadano común pasa por la oficina y escucha la conversación. Piensa en cómo su auto no tiene ni para cambiarle las pastillas de freno, mientras ellos disfrutan de desubicadas libertades con vehículos que nadie sabe bien dónde están.


Capítulo 3: Entre Audi y licitaciones

Lore, subdirectora de Control, siempre llega puntual. En su Audi, que a decir de los rumores, está registrado a nombre de Anita, una “celadora” cuyos ingresos… bueno, digamos que no cuadran con el auto.

Ciudadano Común: “¿Ese Audi es nuevo?”

Empleado: “Sí, dicen que es de Lore, pero está a nombre de una tal Anita. Todo normal, acá siempre alguien ‘presta’ su nombre.”

La subdirectora hace su entrada triunfal, ignorando las miradas de los empleados.

Lore: “El viaje a Miami me dejó agotada. ¡Casi un mes fuera! Pero bueno, uno también necesita sus vacaciones, ¿o no?”

El ciudadano común intenta entender cómo puede permitirse viajes tan largos, mientras él apenas junta para la escapada de un fin de semana al río.

Ciudadano Común: “Debe ser bonito Miami… aunque para ser subdirectora, esos viajes parecen medio costosos, ¿no?”

Empleado: “Shhh, no preguntes mucho. Aquí, las cosas se manejan así. Y cuidado si preguntas más de la cuenta, que después el que desaparece sos vos.”


Capítulo 4: Los intocables y el “chimichurri” del cargo

Mientras tanto, el director Jorgito, conocido por su contrato eterno de grúas, se pasea por la oficina como si fuera dueño del lugar. Su frase favorita: “Con el chimichurri todo mejora”, haciendo alusión a ciertos “extras” que vienen con el cargo.

Jorgito: “Mirá, que yo siempre digo, acá el que no hace ‘extras’ es porque no quiere. Todos los sectores tienen su… toque de ‘chimichurri’.”

Empleado Honesto:¿Chimichurri? ¿A qué se refiere con eso?”

Jorgito: “Ya entendés, pibe, ya entendés. Solo no te metas mucho en cosas que no te importan.”

El ciudadano común escucha, cada vez más confundido. Para él, “chimichurri” es solo una salsa que pone en el asado. Pero, según parece, en la municipalidad es el toque especial que hace funcionar las cosas.


Capítulo 5: Los fiscales invisibles y el miedo de los empleados

A lo lejos, el Tribunal de Cuentas y la Fiscalía miran desde sus oficinas, como si el tema no fuera con ellos.

Los empleados que intentan hacer las cosas bien viven en constante temor, pensando que quizás el próximo año algo cambie, pero el miedo es más fuerte que la esperanza.

Empleado Honesto #2: “Si tan solo nos prestaran atención, si alguien viera cómo es realmente trabajar aquí…”

Empleado Honesto #1:¿Y quién nos va a ayudar? La fiscalía no aparece ni en las fotos.”

El ciudadano común se ríe por dentro, pero sabe que la broma tiene algo de realidad. Para él, es obvio: si nadie más denuncia, el único que sale perdiendo es él mismo.

Ciudadano Común: “¿Así que, entonces, esto sigue igual?”

Empleado Honesto: “Sí, aunque ahora estamos juntando valor para hacer más ruido. Ya viste lo que pasó con Salvador… lo mandaron en penitencia como azafato al stand de la terminal. Si logramos que alguien escuche, quizás, solo quizás, algo cambie.”


Epílogo: La cueva de los sueños rotos

La trama sigue y sigue. Ecos Mendocinos documenta todo, y la vida en Guaymallén continúa entre risas, sarcasmo y la absurda normalidad de un sistema donde el control brilla… pero por su ausencia. La novela…

Cada capítulo de la novela, cada nuevo personaje con su “toque especial”, y cada ciudadano que observa desde la barrera, todos se preguntan si algún día, en algún rincón, aparecerá alguien con las ganas de ponerle un fin.

Pero mientras tanto, Guaymallén es como un episodio infinito, y los espectadores apenas se atreven a soñar con el final. La novela con final feliz.


¿Quién necesita Netflix cuando tiene el municipio de Guaymallén?

Nota: Cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia

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