Guaymallén: Persecución, Intimidación y Abuso de Poder Contra Vecinos

La falsa denuncia contra el vecino de un subdelegado. Por Néstor Bethencourt.

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En Guaymallén, el concepto de “servicio público” parece haberse transformado en una excusa para perseguir a los vecinos.

Las recientes acciones del municipio no solo rozan lo inaceptable, sino que caen de lleno en el terreno del abuso de poder. ¿La prioridad? No es resolver los problemas de la comunidad, sino castigar a quienes se atreven a denunciarlos.

Del reclamo a una campaña de intimidación

Todo comenzó con un reclamo legítimo y necesario: acequias sucias y agua estancada en Alto Dorrego. Ecos Mendocinos documentó esta situación (ver aquí) con fotos, mostrando un panorama que cualquier vecino puede verificar.

Lo que debería haber generado una intervención inmediata para limpiar y solucionar el problema, se transformó en un acto de represalia digno de un manual de intimidación.

Primero, señalaron a un vecino como el supuesto denunciante, aunque la nota jamás especificó quién realizó el reclamo.

Esto no importó para el municipio, que envió inspectores al domicilio del “sospechoso”. ¿El resultado? Ninguna irregularidad por parte del vecino. Sin embargo, eso no fue el final.

En la mañana del último viernes, la persecución escaló.

Una camioneta municipal de la dirección de ambiente de la comuna (foto portada) se estacionó frente a la casa del vecino durante una hora. Apenas unas horas después, el vecino recibió una intimación emitida por esa misma dependencia por “tirar aguas servidas a la acequia”.

Esto ya había sido descartado por la inspección anterior. ¿Coincidencia? Difícilmente. Esto huele más a represalia planificada que a una acción rutinaria.

El vecino afectado vive ahora con una mezcla de indignación y agotamiento.

La constante presencia de inspectores municipales, la reiteración de acusaciones falsas y la sensación de estar siendo vigilado han generado un ambiente de hostigamiento inaceptable.

Lo que debería haber sido un simple reclamo por un servicio público ineficiente se ha transformado en una pesadilla cotidiana.

El municipio como máquina de represalias

Lo que más preocupa no es solo este caso puntual, sino el patrón que revela. En Guaymallén, parece haberse institucionalizado una estrategia de persecución hacia quienes cuestionan o señalan fallos de la gestión municipal.

El mensaje es claro: si denuncias, te haremos pagar.

Esta situación refleja un uso descarado de los recursos públicos para amedrentar a los ciudadanos. Camionetas oficiales, personal municipal y tiempo que debería dedicarse a trabajar por la comunidad, se emplean para intimidar.

Mientras tanto, los problemas reales —como las acequias deformadas y sucias que dieron origen a este episodio— siguen sin resolverse.

¿Quién estaría detrás de este abuso?

No podemos ignorar el contexto político que rodea estos hechos.

Estas acciones contarían con el aval del secretario de Gobierno de Guaymallén, Mauricio Iglesias, hijo de Marcelino, un funcionario en abierto conflicto con el actual intendente.

Este enfrentamiento interno ha convertido al municipio en un campo de batalla política, donde los vecinos son los peones sacrificables.

Es insólito que, en lugar de atender los problemas de la gente, los funcionarios estén más preocupados por silenciar críticas y mantener sus disputas internas.

Oscar Salas y la escalada del hostigamiento

Ayer lunes, una cuadrilla municipal llegó para intentar solucionar el problema en la acequia.

Sin embargo, fueron acompañados por un tal Oscar Julián Salas, un municipal jubilado, hoy contratado por razones de militancia en la delegación Dorrego. Guaymallén persecución.

Salas denunció nuevamente al vecino, acusándolo de vertido de aguas servidas.

Lo insólito: Salas utilizó un canal de denuncias ciudadano y dejó sus datos personales. ¿Resultado? Los inspectores verificaron, por segunda vez, que todo estaba en perfecto estado.

Fuentes confiables aseguran que Salas dijo haber recibido ordenes de Iglesias. Grave.

Salas, responde directamente a Marcelino Iglesias, representa la cara más grotesca del abuso de poder. ¡Un verdadero rufián de goma eva!

El vecino, agotado por esta persecución sin sentido, ha decidido iniciar medidas legales.

Planea presentar una demanda por hostigamiento y persecución, con el objetivo de poner fin a este abuso y sentar un precedente que proteja a otros ciudadanos.

Un municipio que prioriza la venganza sobre el servicio

Mientras los vecinos enfrentan represalias por reclamar sus derechos, los recursos municipales se utilizan para respaldar actos de intimidación.

En contraste, los problemas reales, como el mal estado de las acequias, quedan relegados. Este panorama es indignante.

Uso indebido de recursos:

  • Vehículos y personal municipal empleados en tareas de persecución.

Abandono de funciones básicas:

  • Problemas estructurales ignorados.

Hostilidad hacia los contribuyentes:

  • Maltrato en delegaciones y multas injustificadas.

La carta del vecino: Gratitud e indignación

El vecino afectado, al principio escribió una carta al municipio. Aunque expresó gratitud hacia los inspectores que actuaron correctamente, también mostró su indignación ante el maltrato recibido en la delegación Dorrego. No descarta solicitar una entrevista al intendente Marcos Calvente.

Este episodio lo llevó a considerar una demanda legal por persecución y hostigamiento.

La carta es un reflejo de la frustración y el enojo de muchos vecinos que se sienten desamparados frente a una gestión que parece trabajar contra ellos en lugar de para ellos.

Un problema sistémico

Lo ocurrido no es un caso aislado. Guaymallén enfrenta un clima generalizado de abuso de poder:

  1. Denuncias archivadas: Reclamos legítimos ignorados.
  2. Persecución interna: Empleados sancionados por denunciar irregularidades.
  3. Necesidades básicas desatendidas: Obras esenciales postergadas.

Un llamado urgente a la acción

Guaymallén, persecución no puede seguir por este camino. Los vecinos merecen un municipio que trabaje para ellos, no contra ellos. Es hora de que las autoridades rindan cuentas. La comunidad debe unirse para exigir transparencia, responsabilidad y un trato digno.

¿Vamos a seguir tolerando esto o vamos a exigir el cambio que nuestra comunidad merece?


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